La tecnología avanza a pasos agigantados en el mundo, en particular la inteligencia artificial, ha marcado una era de conveniencia y eficiencia en nuestras vidas cotidianas. Sin embargo, este progreso también ha traído consigo consecuencias inesperadas y preocupantes que están afectando el medio ambiente de manera tangible.
Un ejemplo claro es ChatGPT, una inteligencia artificial ampliamente utilizada. Esta herramienta brinda constantes beneficios en tareas académicas, laborales y creativas, pocos son conscientes de la carga ambiental que conlleva. En un estudio por la Universidad de California, se reveló que por cada 10-100 consultas atendidas por ChatGPT, se consume aproximadamente un litro de agua. Puede parecer una cantidad insignificante, pero cuando se multiplica por el gran número de usuarios que usan esta herramienta, la suma es realmente alarmante.
La empresa detrás de ChatGPT, Microsoft, utiliza cantidades considerables de agua para enfriar los centros de datos que albergan la IA, EE. UU. El suministro de agua en esta región ya se ve amenazado por la sequía, lo que subraya la gravedad de la situación. En su informe medioambiental más reciente, Microsoft reveló que su consumo global de agua aumentó en un alarmante 34% entre 2021 y 2022, equivalente a llenar 2,500 piscinas olímpicas adicionales.
Sin embargo, aunque no lo creas Microsoft no está sola en este aumento de consumo de agua relacionado con la IA. Google también informó un incremento del 20% en su gasto de agua durante el mismo período, resultado de sus esfuerzos colaborativos en inteligencia artificial.
Expertos aseguran que es crucial tomar conciencia de la cantidad de recursos que consume la IA, ya que solo a través de esta conciencia podemos contribuir a su conservación. Es importante reconocer que mientras la tecnología continúa avanzando a un ritmo acelerado, es fundamental considerar y abordar las consecuencias ambientales que surgen en el camino.