La reina Isabel II falleció el jueves a los 96 años y como jefa de la casa real de Windsor, a lo largo de sus 70 años de reinado la soberana fue titular de una colosal fortuna que asciende aproximadamente a los 28 mil millones de dólares. Esta herencia es una de las partes más importantes del traspaso del poder real a su sucesor.
Esa cifra no le pertenecía a título personal, sino como titular de la corona británica y del negocio histórico de la familia real. Aunque la reina Isabel II no controlaba todo ese dinero, dejó un patrimonio personal cercano a los 500 millones de dólares que pasarán a su hijo, el flamante rey Carlos III.
Aunque no existen leyes que obligue la corona británica a revelar sus finanzas personales, según el Sunday Times, en el 2022 disponía de una fortuna personal de 370 millones de libras (5 millones más que en 2021), el equivalente a unos 430 millones de dólares. En relación a su "sueldo" como soberana, se le pagaba a través de un fondo conocido como "subvención Soberana" (Sovereign Grant).
Este fondo en realidad es un impuesto que los contribuyentes pagan para solventar a la familia real en el mantenimiento de sus propiedades y gastos asociados a viajes y recepciones. En el año pasado y este, dicho subsidio a la reina Isabel II abarcó poco más de 86 millones de libras (cien millones de dólares). Este pago anual fijo fue dispuesto por el rey Jorge III para garantizar la independencia financiera de la familia real, que antes recibía ingresos por parte del Parlamento.
La reina Isabel II deja también tras de sí una importante cartera de acciones y una colección de sello que según la misma fuente asciende a 100 millones de libras aunque "no ha sido inmune a la volatilidad de los mercados" en los últimos años. Además, la fortuna privada incluye joyas, coches y la herencia recibida de su madre Isabel, la reina madre, cercana a 70 millones de libras.