Hace 202 millones de años, la Tierra se enfrentó a una extinción masiva. Quizá, la más antigua de la que se tiene registro: a causa de heladas poderosas, con temperaturas cada vez más bajas en el planeta, los dinosaurios no lograron adaptarse. Muchos de los grandes reptiles que dominaron la superficie terrestre sucumbieron ante la severidad de las condiciones climáticas. Sin embargo, de acuerdo con un estudio reciente publicado en Science, una población ‘aislada’ de dinosaurios se logró sobreponer a esta ‘apocalipsis’ gélida, como la describen los autores. La clave de su supervivencia, explican los investigadores, estuvo en el desarrollo de plumas para protegerse del frío.
Durante el Período Triásico el mundo era caluroso y húmedo y las especies más grandes de reptiles no pudieron adaptarse al cambio súbito de temperatura. Sólo aquellos que ya estaban acostumbrados al frío lograron pasar esta etapa helada, y lo que es más: eventualmente, ocuparon “regiones anteriormente dominadas por grandes reptiles”, explican los autores del estudio.
Se cree que los dinosaurios aparecieron por primera vez durante el Período Triásico en latitudes templadas del sur hace unos 231 millones de años, cuando la mayor parte de la tierra emergida se unió en un continente gigante bautizado como Pangea. Después se extendieron al hemisferio norte hace unos 214 millones de años. En ese momento, las regiones tropicales y subtropicales intermedias (las zonas más extensas del planeta) estaban dominadas por reptiles gigantes.
“Existe el estereotipo de que los dinosaurios siempre vivieron en exuberantes selvas tropicales, pero esta nueva investigación muestra que las latitudes más altas habrían estado heladas e incluso cubiertas de hielo durante algunas partes del año”, dijo Stephen Brusatte, profesor de paleontología y evolución de la Universidad de Edimburgo. “Los dinosaurios que vivían en latitudes altas casualmente ya tenían abrigos de invierno mientras muchos de sus competidores del Triásico se extinguían”.
Por otra parte, Paul Olsen, geólogo del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia, y autor principal del estudio, critico el actual registro de fósiles al que calificó como “muy malo”, y que para tener mayores certezas hay que buscar en zonas cercanas a los polos.