La historia de vida de Vincent Van Gogh es un cuento marcada por la desdicha. El hombre martirizado funde en el arte una especie de salvación que no le será suficiente para sobreponerse al fracaso como pintor, provocando su adiós repentino, con 37 años, tras suicidarse un día como hoy de 1890.
De su vida poco se sabe, sólo hemos conocido su rostro a través del “Autorretrato” que él mismo Vincent pintó y lo hacía porque no tenía dinero para pagar modelos. Aunque, últimamente, ha circulado una foto que fue tomada en 1873, cuando tenía 19 años y trabajaba para la galería Goupil & Cie en La Haya, la única hasta ahora que se conoce. Lo que sí sabemos es que la vida de uno de los artistas más destacados de la historia fue un lento hundimiento en la depresión, en el intento desesperado por salvarse a través del arte y que no tuvo un final feliz.
Rondan muchas hipótesis sobre la muerte de Van Gogh y la oficial es la del suicidio. Se cree que fue el propio autor quien se cortó una oreja, pero hay quien dice que en realidad se la cortó Paul Gauguin tras una fuerte disputa. Sea cual fuere la verdad, también podemos preguntarnos si estos mitos realmente son ciertos o si han sido recreaciones que ayudaron, entre otras cosas, a aumentar el valor de sus obras.
La leyenda dice que el 27 de julio de 1890 Vincent Van Gogh pidió prestado un revólver para ahuyentar a los cuervos y, atrapado en una nueva crisis, se disparó en el pecho en un campo próximo. La herida de muerte le hizo primero desmayarse. Luego se despertó por la noche y volvió al albergue donde murió dos días después. Pero hay dos historias extraoficiales: una es la de los autores del libro “Van Gogh: la vida” escrita por Steven Naifeh y Gregory White Smith, que relata que un adolescente al que conocía le disparó por error, y la otra es la del doctor Irving Kaufman Arenberg que asegura que en realidad el artista fue asesinado por el doctor Gachet, un médico que lo tuvo como paciente y a quien retrató apenas un mes antes de su muerte, el cual lo traicionó.
La verdad es que nadie sabe a ciencia cierta si Van Gogh se suicidó o todo es un mito para endiosar al creador de “Los Girasoles” para comercializar sus obras después de su muerte. Si un final es trágico, vende más. Quién sabe si todo deba seguir el cauce de un río interminable de millones que ni siquiera una metáfora del doctor Gachet, el supuesto asesino del cuadro vendido en 1990 a un empresario japonés por 82 millones, pudiera hacer algo para desviar su futuro.