Como todos los años, desde 2008, hoy se celebra el Día Mundial contra la Hepatitis Vírica decretado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La finalidad de esta fecha es promover a nivel mundial las herramientas y estrategias posibles en función de combatir esta enfermedad y, de este modo, reducir en un 90% la probabilidad de nuevas infecciones en cualquiera de sus tipos: A, B, C, D o E, evitando así el 65% de las vidas que cada año se cobra.
La hepatitis vírica es una infección que produce una inflamación aguda en el hígado. Generalmente, la inflamación de este órgano comienza de forma súbita y dura algunas semanas. La forma más común de contraer esta enfermedad es incluyendo en nuestro cuerpo sangre de alguien que ya posee el virus, en el contacto estrecho y de intercambio directo con esa persona contaminada. También en las relaciones sexuales sin protección.
Para prevenir el contagio de hepatitis vírica es importante, en primera instancia, poseer el esquema de vacunación completo contra esta enfermedad. Generalmente las vacunas son para las de tipo A, B y C. Hay que tener en cuenta que el riesgo aumenta, mientras más alejada de la letra A se encuentra. También es importante no compartir agujas ni jeringas, prestando atención a la higiene y reputación del sitio donde vamos a utilizar estos elementos, por ejemplo, si queremos tatuarnos o perforarnos para un piercing. Y lo tercero tendría el foco en utilizar protección para mantener relaciones sexuales.
Se estima que en 2015 había aproximadamente 250 millones de infectados de hepatitis B en el mundo, principalmente en países como África subsahariana, Asia y las islas del Pacífico. Aunque actualmente también ha proliferado esta enfermedad en regiones de América del Sur, las zonas sur de Europa central y oriental, Asia y el Medio Oriente.
Si bien las hepatitis víricas raras veces pueden derivar en muerte u hospitalizaciones de urgencia, es importante mantener un control de nuestro cuerpo, realizando exámenes de sangre cada 6 meses o un año.