Salvador Dalí, genial artista para algunos, y denostado por otros, nunca pasó indiferente para nadie. Considerado como uno de los máximos representantes del surrealismo, era dueño de una personalidad arrebatadora y egocéntrica. Asimismo, las mascotas y los lujos que lo acompañaban a donde fuera, son solamente una de las facetas que el pintor que afirmaba ser el surrealismo en persona mostraba al público.
Artista extremadamente imaginativo y profundamente influido por el psicoanálisis y la libre asociación de Freud, Dalí se manifestó seguidor y se nutrió de su obra. El pintor que también supo obsesionarse por la fotografía, y dejó su impronta en el cine, despreciaba las manifestaciones cubistas del arte. Sus gustos, su megalomanía terminaron por hacer un mito alrededor de su persona: golpeador, fascista, avaro y amante de la riqueza son sólo algunos de los adjetivos sin confirmar de uno de los artistas más destacados del siglo XX.
Aquí repasamos algunos secretos oscuros y sádicos que definieron la vida y la obra artística del maestro del surrealismo. Conforme fue creciendo, el catalán descubrió su sexualidad pero no de la forma común como suelen hacerlo la mayoría de las personas, sino con un profundo sentido de extrañeza y erotismo. Durante mucho tiempo, Dalí creyó que era impotente y desarrolló una obsesión con la masturbación, a tal grado de llegar a hacerlo hasta cuatro veces por día, según él, delante de un espejo.
Otro dato es que el artista sufrió un problema de aceptación de la sexualidad como un acto humano completamente natural, generado por la educación ultraconservadora que recibió de su padre cuando aún era un niño. El genio creció convencido de que el contacto sexual era algo decadente y denigrante, lo que trasladó a sus pinturas, como en el caso de El Gran Masturbador. Además, fue vinculado sentimentalmente con Federico García Lorca pues ambos compartieron tertulias y puntos de vista artísticos antes del estallido de la Guerra Civil Española.
Las excentricidades del catalán fueron ampliamente reconocidas como el hecho que Dalí era voyerista, pues disfrutaba ver a otras parejas teniendo sexo en su presencia, incluso pidió en distintas ocasiones a Gala que tuviera sexo con otros hombres delante de él para complacer su deseo sexual. Un último aspecto relacionado al pintor fue que debido a una parálisis motora se vio incapacitado para siquiera tomar un pincel y valerse por sí mismo, lo que lo llevó muchas veces a la locura y desesperación.