Desde el nacimiento hasta la muerte, las personas están constantemente expuestas a condiciones sonoras muchas veces de mayores decibeles de los permitidos. Estas situaciones van poco a poco haciendo mella en la salud sonora de a poco hasta que no tiene retorno. Por ello es que se denomina al ruido como el contaminante invisible del mundo de hoy.
Así, desde hace unos años cada último miércoles de abril se lleva adelante una campaña internacional con el objeto de promover a nivel mundial el cuidado del ambiente acústico. En distintos países se llevan a cabo algunas iniciativas dirigidas a las poblaciones juveniles e infantiles, ya que a temprana edad es posible educar a la población creando una conciencia sonora respetuosa del ambiente acústico.
Se han desarrollado gran cantidad de estudios empíricos que demostraron que la exposición a sonido que se reproduce en forma constante puede provocar daños auditivos permanentes e incapacitantes. También está comprobado que la exposición de cualquier individuo a ruidos que estén por encima de los 80 decibeles, puede ocasionar una pérdida temporal o permanente en la audición. Asimismo, la exposición a ruidos contaminantes puede afectar a las madres embarazadas y a sus bebés, causando hipersensibilidad o pérdidas parciales de audición.
En la actualidad, la mirada está puesta en los jóvenes, es por ello que en algunos países como España han advertido que este rango etario puede llegar a sufrir pérdida de audición o tinnitus. Este dato es más que preocupante y según un estudio, las causas están relacionadas a los avances tecnológicos, como por ejemplo el uso continuo de auriculares o la asistencia a conciertos con niveles elevados en el volumen. En estos eventos, muchas veces el ruido llega al umbral del dolor llegando a alcanzar los 125 dB.
Por ello, algunas entidades como la Sociedad Española Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello, plantearon la importancia de prestar atención a los ruidos más dañinos para poder reducir la intensidad y tiempo de exposición a los mismos. Para garantizar una buena salud se recomienda no superar los 65 dB y mantener una conciencia sonora que respete el ambiente acústico.