DOMINGO DE RESURRECCIÓN

Semana Santa: qué pasó el domingo de Pascuas y por qué se celebra

El último día de la Semana Santa es el más importante del año litúrgico.

El domingo se revive la muerte y resurrección de Cristo. Foto: Pixabay
Pascua, Semana Santa, Domingo de Pascuas.El domingo se revive la muerte y resurrección de Cristo. Foto: Pixabay
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Pascua es la fiesta del catolicismo más importante en el mundo. Existen más de 2 mil millones de creyentes en el mundo, si tenemos en cuenta todas las ramas que derivan del catolicismo. Sin duda, es la religión más antigua y por ello cada año suma más fieles dispuestos a participar esta celebración.

La Semana Santa comienza el Jueves Santo día que abre el Triduo Pascual y que da comienzo a la liturgia con la que los fieles revivirán en la tierra la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús.  El periodo finaliza con el Domingo de Resurrección también conocido cono Domingo de Pascuas.

En varios países las calles se llenan de desfiles alusivos. Foto: Pixabay

El término Pascua deriva del pésaj, del hebreo antiguo, y significa paso o trasformación. Es la fecha en la que se conmemora la muerte y resurrección de Cristo. Hay países que incluso llegan a representar escenas bíblicas por las calles para celebrar esta fecha tan importante.

Qué pasó el domingo de Pascuas y por qué se celebra

El Domingo de Pascua o Domingo de Resurrección es el día en que Cristo resucita de entre los muertos. Este día marca el final de la Semana Santa y el último de Jesús en la tierra. Para los católicos es un día de gozo porque el mesías ha resucitado y también es el más importante del año litúrgico.

La resurrección es lo que mueve y fundamente la fe cristiana ya que los católicos basan en ella la esperanza de la salvación del mundo. Las iglesias se visten de fiesta en Pascuas, así como las calles de varios países. Los católicos celebran el triunfo de Dios sobre el pecado.

El Domingo de Pascuas no tiene una fecha fija. Todos los años va cambiando ya que no está atado al calendario civil. El Primer Concilio de Nicea (año 325) fue quien estableció que se celebrara luego de la luna llena, pasado el equinoccio de primavera (21 de marzo) en el hemisferio norte.