En la actualidad, imaginar un mundo sin internet es casi imposible porque gracias a la web nos informamos, trabajamos, estudiamos y hacemos determinadas actividades en la vida cotidiana. Navegar por la web sin distinción de dispositivo se convirtió en parte de nuestras vidas, pero lo que no todos saben es que los navegadores compiten por nuestros datos y que algunos desaparecen.
En la historia de los navegadores web hubo momentos de dominio por parte de compañías como Internet Explorer, pero que no fueron capitalizadas de manera correcta. La mayoría de los navegadores han sucumbido ante el imperio de Google Chrome, aunque otros supieron reacomodarse y readaptarse porque ofrecen características que pueden ser útiles para públicos específicos como son Opera, Mozilla Firefox o Safari. A pesar de ello, hay otros que no pudieron hacer frente y desaparecieron.
Un ejemplo de ello es Mosaic, que apareció en 1993 y que fue el primero en dominar el mercado. Primero llegó a Unix, pero después surgieron versiones en sistemas operativos como Windows y Mac. Este navegador web se parecía a lo que hoy conocemos como tal; de hecho, parte de su código web se utilizó posteriormente en Internet Explorer o Firefox.
Si hay un navegador que cambió la historia fue Netscape. Para muchos usuarios de internet este fue el primer navegador que utilizaron, tenía a sus espaldas a algunos de los ingenieros y desarrolladores que crearon Mosaic y que se centraron en mejorar la velocidad y visualización de las páginas web.
El último navegador en desaparecer fue uno de los más utilizados: Internet Explorer. Los inicios de este navegador se encuentran en Mosaic porque era una versión de ese navegador modificada y adaptada a Windows. A pesar de ello, el dominio real de Internet Explorer en la web se produjo con la tercera versión, que en 1996 ofreció soporte para correos electrónicos, aplicaciones multimedia y más funciones.