Las ollas son uno de los principales elementos de cocina, pero también los que más sufren ante los descuidos. Por lo general, el tiempo de cocción suelen ser importantes porque si dejas las llamas de las hornallas prendidas demasiado tiempo puedes destruirlas.
Si esto te sucedió y tienes la "comida pegada", no tires la olla porque puedes recuperarla en muy pocos pasos y por muy poco dinero. No utilices la esponja del lavavajillas porque la arruinarás, gastarás demasiada energía y el instrumento de cocina seguirá ennegrecido.
Por lo general, los guisos, el puré de papas, los tallarines, la salsa e incluso el pop-corn suelen dejar residuos quemados en la olla. El ennegrecimiento se produce porque se sobrecalientan los compuestos sensibles. Además, los restos de comida se adhieren fácilmente a las bases de hierro, plomo o acero inoxidable.
El secreto para limpiar las ollas está en preparar una mezcla que contenga lejía, bicarbonato de sodio, sal y vinagre. La combinación de estos elementos forma una pasta que es súper útil para remover esta materia ennegrecida antes de que el problema se agrande.
Lo primero que tienes que hacer es echar un poco de lejía sobre la olla o sartén. La teoría plantea que debes usar un cuarto de lavandina y lo restante de agua. Cuando cubras con totalidad el recipiente, debes ponerlo en el fuego hasta que hierva. Después, tienes que aguardar 10 minutos y dejar enfriar los soportes de metal. Recién ahí tienes que refregar y remover las partes negras.