El pollo es parte importante de la alimentación de millones de mexicanos distribuidos a lo largo y a lo ancho del país. Por ese motivo, el acto de lavarlo y enjuagarlo antes de cocinarlo es súper importante debido a que si no se hace lo suficientemente bien las bacterias se pueden propagar.
El problema radica en que el agua salpicada durante el lavado y la limpieza pueden provocar que las partículas salten y queden en el área circundante. Esta práctica no es segura porque solamente 1 de cada 7 personas limpian el fregadero tras lavar el pollo; mientras que las otras 6 dejan los microorganismos libres.
Pese a las advertencias, no son pocas las personas que prefieren continuar lavando la carne y el pollo antes de cocinarlo. Lo ideal es no realizarlo, pero si prefieres hacerlo te recomendamos tener una buena higiene. Para seguir haciéndolo tienes que seguir las advertencias de un estudio publicado en "Physics of Fluids".
Según la ciencia, al lavar el pollo hay que evitar que caigan sobre él chorros grandes de agua o con mucha presión. Lo ideal es que corra suavemente y que la distancia entre el chorro y el ave sea lo más corta posible porque reducirá las salpicaduras hacia sitios alejados del fregadero.
Hay que lavar el pollo durante el menor tiempo posible porque esto va a minimizar las salpicaduras y por ende habrá menos contaminación en el área del fregadero. Por último, tienes que limpiar con profundidad este sector con agua caliente y jabón para evitar que se propaguen las bacterias.