El pan de masa madre se volvió una tendencia importante en la gastronomía mundial en los últimos años, aunque la pandemia y el confinamiento también colaboraron en la experimentación hogareña y la difusión de ello. Además, fue en esta época donde muchos la descubrieron y conocieron sus múltiples ventajas.
Este sofisticado pan es nutritivo, digestivo, aromático y duradero que el pan con levadura comercial. Además, al hacerlo tú mismo, puedes controlar los ingredientes y evitar ingredientes que no son necesarios para tu cuerpo. Lo cierto es que para preparar este pan necesitas básicamente harina, agua, sal y masa madre. A continuación, el paso a paso:
1.- Elige una harina integral de buena calidad, que puede ser de trigo, espelta, centeno o cualquier otro cereal.
2.- En un frasco de vidrio mezcla 50 g de harina con 50 ml de agua tibia hasta obtener una pasta homogénea. Tapa el frasco sin cerrarlo del todo y déjalo en un lugar cálido y oscuro.
3.- Al día siguiente, añade otros 50 g de harina y 50 ml de agua y mezcla bien. Repite este proceso durante 4 o 5 días, hasta que la masa burbujee y tenga un olor ácido y agradable.
4.- Cuando la masa madre esté lista, puedes guardarla en la nevera y alimentarla una vez por semana con la misma cantidad de harina y agua. Si vas a hacer pan, saca la masa madre de la nevera unas horas antes para que se active.
En cuanto a la elaboración de la masa madre deberás realizar lo siguiente:
1.- En un bol grande pon 500 g de harina de tu elección (puede ser blanca o integral, o una mezcla de ambas), 10 g de sal, 300 ml de agua y 100 g de masa madre activa.
2.- Mezcla todo con una cuchara de madera hasta integrar los ingredientes y luego pasa la masa a una superficie enharinada. Amasa durante unos 15 minutos, estirando y doblando la masa sobre sí misma, hasta que quede suave y elástica.
3.- Forma una bola con la masa y ponla en un bol ligeramente engrasado. Cubre el bol con un paño húmedo y deja que la masa fermente durante unas 4 horas a temperatura ambiente, o hasta que doble su volumen.
4.- Pasado este tiempo, desgasifica la masa con las manos y dale la forma que quieras a tu pan. Puedes hacer una hogaza redonda, un batard alargado, unos panecillos individuales o lo que se te ocurra. Coloca el pan sobre una bandeja de horno forrada con papel vegetal o sobre un banneton enharinado (un cesto de mimbre que le da forma al pan).
5.- Cubre el pan con un paño húmedo y déjalo fermentar una segunda vez durante unas 2 horas, o hasta que aumente su tamaño.
6.- Precalienta el horno a 220ºC con un recipiente metálico lleno de agua en la parte inferior. Esto creará vapor y ayudará a que el pan tenga una corteza crujiente.
7.- Antes de meter el pan en el horno, hazle unos cortes con un cuchillo afilado o una cuchilla de afeitar sobre la superficie. Esto le dará una mejor apariencia y evitará que se rompa por donde no debe.
8.- Hornea el pan durante unos 30 minutos, o hasta que esté dorado y suene hueco al golpearlo por debajo. Saca el pan del horno y déjalo enfriar sobre una rejilla.