Los mariscos son alimentos populares en épocas de calor debido a su versatilidad en la cocina, aunque es importante tener precauciones al consumirlos. Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), los pescados y mariscos pueden formar parte de una dieta saludable siempre y cuando estén en condiciones óptimas para el consumo, ya que pueden acumular bacterias y agentes causantes de enfermedades.
Además, algunos mariscos pueden contener microplásticos, que pueden tener efectos negativos en la salud, como la alteración del funcionamiento de algunas hormonas. Otro riesgo asociado a los mariscos es la posibilidad de que contengan altos niveles de mercurio, lo que puede afectar la salud si se acumula en altas cantidades.
En este último caso, de acuerdo con Healthline, algunos alimentos provenientes del océano, como los mariscos, podrían contener niveles de mercurio, un metal pesado que afecta la salud si se acumula en altas cantidades. Esto puede provocar un aumento en la presión arterial, problemas cardíacos y hasta afectaciones en el funcionamiento del sistema inmune.
También, la preparación de los mariscos fritos puede crear sustancias relacionadas con el riesgo de padecer cáncer. En cuanto a los efectos positivos, los mariscos como los camarones son alimentos que contienen pocas grasas saturadas y pueden aumentar los niveles del colesterol bueno (HDL).
Además, los mariscos contienen nutrientes esenciales como el hierro, el zinc y las vitaminas A y D. Es importante mantener una alimentación equilibrada y no consumir mariscos en exceso, ya que pueden aumentar los niveles de sodio, ácido úrico y tener otros efectos negativos.