A medida que los años pasan, se manifiestan ciertos indicadores que marcan que estamos envejeciendo. Aparecen dolencias, variaciones en el estado de ánimo e incluso actividades de ocio. No obstante, hay aspectos particulares de nuestro organismo que exhiben de manera evidente los efectos del paso del tiempo.
Uno de los cambios más notables que acompaña al envejecimiento se evidencia en las uñas y el cabello, los cuales se ven afectados por la disminución de componentes. Estos experimentan transformaciones a medida que la persona envejece, siendo parte intrínseca del proceso natural e influyendo tanto en el tono como en su grosor.
El cambio de color del cabello ocurre cuando la melanina deja de producirse en la raíz del pelo y crecen sin pigmento debido a la muerte de las células madre situadas en la base de los folículos pilosos que dan lugar a los melanocitos. Los melanocitos son las células que producen pigmento y lo almacenan en el pelo y la piel.
Recientes investigaciones de la ciencia indican como causa de la canicie (aparición de las canas) la falta de la enzima MSR, encargada de reducir el peróxido de hidrógeno. Este compuesto inhibe a la tirosinasa, enzima necesaria para la producción de melanina.
En cuanto a las uñas, estas crecen más lentamente, se vuelven pálidas y frágiles. En algunos casos, pueden volverse amarillentas y duras y las uñas encarnadas pueden ser más comunes. También es posible que aparezcan rebordes longitudinales en las de las manos y los pies.