Los perros tienen muchos medios para poder comunicarse y expresarse. El ladrido, el aullido o el gemido son tan solo alguno de los elementos de un sistema de comunicación verbal que conocemos de sobra, así como el movimiento de la cola o la posición de las orejas y el lamido, que pertenecen a su sistema de comunicación no verbal.
En muchos casos, lamen el rostro de sus dueños como una forma de mostrar cariño y afecto, pero no siempre tiene que ver con eso ya que pueden estar atravesando ansiedad o intranquilidad. En este caso, lo mejor que puedes hacer es desviar su atención hacia otras actividades más divertidas.
Canaliza esa energía con un juguete, no lo recompenses cuando esté lamiendo de forma compulsiva y camina, corre o juega con él para tranquilizarlo. Si su comportamiento es muy repetitivo y se pasa el día intentando lamerte, quizás tenga un trastorno obsesivo-compulsivo que debas tratar con un veterinario o un etólogo canino.
Debes tener mucho cuidado a la hora de tratar estos comportamientos y consultar siempre con un profesional, ya que pueden desviarse hacia el autolamido, lo que puede conllevar a que se haga heridas serias o problemas en la piel. Recuerda que, en ocasiones, por eliminar un comportamiento, damos salida a otro peor y no es lo que pretendemos.