Los gatos, por muy domesticados que estén, son animales depredadores. Como tal, tienen un marcado instinto de caza que viene determinado por su naturaleza y sus orígenes salvajes. Cuando viven en libertad, cazar es su única fuente de sustento.
Este instinto de supervivencia prevalece en los felinos, incluso aunque lleven toda su vida en una casa. De este modo, su acto de cazar no tiene nada que ver con sus necesidades nutricionales. Resulta habitual que lo veas atacar pero se limitan a marear, zarandear, aturdir, aplastar o jugar con sus presas sin llegar a ingerirlas.
Pero, si esto sucede, ¿Qué pasa? Los roedores pueden tener parásitos y hasta pueden trasmitir la toxoplasmosis, lo que puede causarles: perdida de peso, disnea, letargia, signos oculares y pirexia. Además puede pasar que el ratón haya ingerido algún veneno por lo que también impactará en su cuerpo.
Si notas que pasó, entonces, mantente pendiente de su salud y ve que pasa con su semblante. Es importante prestar atención a cualquier síntoma preocupante en nuestro gato después de comerse un insecto o un roedor, así como mantener al día su pauta de vacunación y desparasitación.