La capacidad de formar y retener recuerdos comienza temprano en la vida, pero la formación de recuerdos conscientes o autobiográficos generalmente se desarrolla gradualmente a lo largo de la infancia. No hay una edad fija en la que todos los niños comiencen a tener recuerdos, ya que esto puede variar de un individuo a otro.
Sin embargo, aquí hay una descripción general de cómo se desarrolla la memoria a lo largo de la infancia:
- Los recuerdos tempranos, generalmente conocidos como "memoria infantil", pueden comenzar a formarse en los primeros años de vida, incluso desde el nacimiento. Estos recuerdos suelen ser fragmentados y relacionados con experiencias emocionales y sensoriales. Por ejemplo, un bebé podría recordar la voz de su madre o ciertas sensaciones táctiles.
- A medida que los niños crecen, su capacidad para retener y recuperar recuerdos suele mejorar. Aproximadamente a los 3 o 4 años, la mayoría de los niños comienzan a formar recuerdos más sólidos y coherentes de eventos y experiencias. Estos recuerdos a menudo están relacionados con experiencias familiares, eventos importantes o momentos emocionales.
- Los recuerdos autobiográficos, que son recuerdos personales y contextualizados en el tiempo y el espacio, tienden a consolidarse más claramente a medida que los niños crecen. La formación de este tipo de recuerdos se vuelve más pronunciada durante la infancia media y la adolescencia.
Uno de los estudios dado a conocer por la revista Developmental Psychology, se trato de un experimento realizado con niños de dos años, a quienes les enseñaron una caja mágica que hacía desaparecer un juguete y aparecer otro con luces y sonidos.
Diez años después, los contactaron con los mismos niños, que ya tenían entre 10 y 12 años, y les mostraron una medalla similar a la que habían recibido por ser parte del estudio y el 20% de ellos dijo que sí. De ese porcentaje, solo dos niños tenían menos de tres años cuando participaron en el experimento.
Ante esto, es importante tener en cuenta que la capacidad de formar y retener recuerdos varía de un niño a otro. Además, la calidad de los recuerdos y la precisión pueden depender de la naturaleza de la experiencia y de factores individuales, como la maduración cognitiva y emocional.