El bótox es el nombre comercial de la toxina botulínica. Se trata de una sustancia que muchas personas se inyectan con el fin de disminuir la apariencia de las arrugas en el rostro. Aunque es una práctica bastante universal y alcanzable, puede producir cambios en el cerebro.
Esto se debe a que el bótox permite paralizar la musculatura durante varios meses luego de inyectarlo, ya que se trata de un potente veneno. Se trata de un derivado de una bacteria que produce el botulismo, un síndrome que podría causar la muerte por la paralización de los músculos.
Este es un peligro al que no se está expuesto con la buena aplicación de los productos. Pero más allá de eso, una investigación del 2013 demostró que si podría modificar los patrones del encéfalo. El bótox sería responsable de que disminuyeran los impulsos e información que proviene de las manos al inyectarlo.
Los mapas sensoriales que reciben las señales captadas por las manos se encuentran junto a los del rostro. Cuando se inyecta el bótox, debido a la cercanía con la corteza sensorial del encéfalo, los cambios en uno pueden repercutir directamente en su vecino.
Esto ocurre con las personas a las que se les amputa la mano, que tienen un ensanchamiento de las entradas táctiles del rostro. También ocurre en sentido contrario: quienes tienen una parálisis facial evidenciarán un progresivo aumento en la actividad asociada a la región táctil de las manos. Por eso el peligro de inyectarse con bótox y los efectos que puede tener en el cuerpo.