La lavanda se destaca entre los productos aromatizadores naturales e industriales más destacadas y preferidas por los seres humanos. Este aroma que nace desde la flor puede cautivar a miles de personas gracias a su frescura cautivante y sensación de limpieza.
Tener una lavanda es magnífico, pero mejor todavía sería ubicarla en una pequeña taza en el caso de que quieras añadirla como un objeto clave de tu decoración de interiores luego de realizar un minucioso trabajo de jardinería gracias a lo que te enseñaremos a continuación.
En consecuencia, va a ser fundamental que prestes atención al instructivo porque la lavanda es una flor caracterizada, entre otras cosas, por un crecimiento de forma desordenada. Por lo cual habrá que cuidarla constantemente para que el trabajo de jardinería no quede obsoleto.
El primer paso es colocar las semillas de lavanda en el refrigerador dentro de una bolsa hermética durante tres semanas antes de plantar para ayudar a que su germinación sea efectiva. Además, para esta tarea vamos a necesitar un recipiente, tierra, fertilizante y las semillas de lavanda. El procedimiento comienza haciendo un agujero en el fondo de la taza para que no se ahogue y tenga un buen drenaje; luego añadiremos fertilizante y sembraremos las semillas dejando dos cm de espacio entre cada una.
Lo siguiente que debes hacer es cubrir con tierra y agua; para que crezca en óptimas condiciones, la flor de lavanda debe estar expuesta al sol durante 8 horas diarias, mientras que el riego debe ser escaso. Según los expertos en jardinería, estas flores pueden adaptarse a temperaturas cálidas, por lo que tomarán mayor fuerza en primavera y verano.
Si bien la lavanda estará en una taza, esto no nos librará de las tareas de jardinería específicas, por lo que la poda será fundamental. Para hacerlo es necesario saber que rara vez vuelven a surgir los brotes en la zona leñosa, por lo tanto se necesita de una poda activa y frecuente con la que se puede ralentizar el crecimiento de los troncos.