La menopausia es ese período de la vida de una mujer en la que desaparece la ovulación y por tanto de la menstruación y la capacidad de reproducción. Normalmente, cuando es de causa natural, suele ocurrir entre los 45 y los 50 años. A partir de ese momento, las mujeres viven numerosos cambios hormonales, físicos y psicológicos que requieren una alimentación específica.
Esa disminución y desaparición posterior de las hormonas femeninas (las llamadas estrógenos) provocan una serie de síntomas en las mujeres como menstruación irregular hasta su desaparición; sofocos y calor repentino, uno de los rasgos particulares más conocidos de la menopausia; trastorno de sueño; sequedad vaginal; cambios emocionales y depresión; cambios corporales; pérdida de cabello y uñas débiles; problemas de memoria y dificultad para concentrarse; piel seca; problemas de salud como dolores de cabeza o de pecho; aparición de vello facial; y osteoporosis o problemas en los huesos.
Hábitos saludables de alimentación pueden aliviar estos trastornos que están asociados a la menopausia. Hay cinco alimentos en particular que son recomendados para las mujeres que están atravesando esta etapa. Uno de ellos es la leche, o sus derivados lácteos. Cuando estas personas dejan de fabricar estrógenos, se producen alteraciones en la regulación de calcio y eso deriva, como decíamos ut supra, en problemas en los huesos.
Los cereales integrales también son ideales para la menopausia. Lo que aportan es hidratos de carbono de absorción lenta que dan la energía necesaria para hacer frente al cansancio que suelen sentir las mujeres en esta etapa de la vida.
Comer pollo, pavo o pescado blanco también puede ser útil. ¿Por qué? Porque la menopausia va acompañada de cambios físicos, entre ellos el aumento de peso. Entonces, minimizar esa realidad con una dieta rica en proteínas magras como las que aportan este tipo de carnes puede ser una gran opción. Por supuesto siempre sumada al ejercicio físico de fuerza o tonificación.