Todos sabemos lo indispensable que es tener una boca y una dentadura en buenas condiciones por razones sociales y hasta laborales. Esto requiere tenacidad, dedicación, cuidados y, como casi todo en la vida, dinero. A medida que los años pasan, los dientes se deterioran y las visitas al dentista se vuelven inevitables porque en el caso de que no se tenga una salud bucal acorde, pueden aparecer problemas importantes.
Es vital, además de lavarse los dientes después de cada comida, evitar los malos hábitos debido a que son perjudiciales para la dentadura. Algunos de estos son fumar, que además de que puede provocar cáncer, oscurece el esmalte y mancha los dientes; morder todo también debido a que desgastan la dentadura e incluso se pueden fracturar las piezas dentales; comerse las uñas porque favorece la aparición de caries provocadas por las bacterias existentes en las uñas y puede provocar bruxismo.
Otro mal hábito que debe ser eliminado es el de utilizar los dientes como herramientas; beber en exceso café o té porque la dentadura se vuelve vulnerable a las manchas; hacer deporte de contacto sin llevar protector; tener piercings linguales o usar cepillos de cerdas duras puede hacer que acabemos en el dentista antes de la revisión periódica.
Además de todas estas malas costumbres hay una que principalmente tienen los niños y puede ser la más perjudicial: masticar hielo. Con la llegada del verano, el uso de hielo en las bebidas es algo habitual y no son pocos los que se los meten en la boca para refrescarse.
El principal problema es que quienes lo hacen no solo se conforman con tener el hielo en la boca, sino que lo muerden para deshacerlo y tener una mayor sensación de frescor. Esta práctica puede tener consecuencias que no son graves pero sí dolorosas y costosas para la salud bucal porque al masticar el hielo se pueden dañar los dientes, abrir grietas en el esmalte, provocar sensibilidad e incluso partir las piezas dentales.