El Año Nuevo está a punto de arribar y millones de personas se van a trasladar por todo México con el objetivo de pasar un grato momento con familiares, amigos y seres queridos en general. Debido a esto, hay varias tradiciones que vuelven a reflotarse como cada inicio de año.
Entre ellos se destaca el de comer doce uvas el 1 de enero, una tradición que tiene su raíz en España. A pesar de que no hay un consenso definitivo sobre el origen histórico, es biensabido que las doce frutas son consumidas con el objetivo de que representen cada una a un mes del año, lo que también sirve como un deseo de buenaventura para dicho período.
De esta forma, cada uva equivale a un deseo para el período que entra y, como es costumbre ante cada tradición que implica el pedido de un deseo, este no debe ser pronunciado en voz alta. Sin embargo, este ritual de cambio de ciclo también incluye un pequeño desafío porque cada grano del racimo debe ser digerido en un minuto. En el caso de alcanzarlo, queda garantizada la buena suerte.
Según una serie de fuentes, esta fruta está asociada a la buena fortuna desde 1909. En aquel entonces, en Alicante tras una gran cosecha se vendieron más barata con el nombre de “uvas de la suerte” y varias personas las guardaron para consumirlas en la última cena del año.
Según la BBC, el periodista Jeff Koehler, de los Estados Unidos, elaboró un libro sobre el país ibérico en el que explica que dicho ritual se remonta a la década de 1880. Según el autor, la burguesía de España imitaba a la francesa que en aquel entonces celebraba Nochevieja comiendo uvas y tomando champagne.
“Poco tiempo después, esta costumbre fue adoptada por ciertos madrileños que iban a la Puerta del Sol para oír las campanas de la medianoche y, muy probablemente con ironía o como burla, comer uvas al igual que la clase alta”, fueron las palabras del periodista en un artículo que publicó la radio pública de los Estados Unidos, la NPR.