Netflix estrenó hace algunos días el primer spin-off de Bridgerton denominado "La reina Charlotte: Una historia de Bridgerton". Desde entonces, la serie no tardó en volverse viral y en posicionarse entre los principales productos audiovisuales consumidos en todo el mundo.
Interpretada por Golda Rosheuvel, la reina Carlota dominó la pantalla con su fría mirada, sus pomposas pelucas e imponentes vestidos. Además, buscaron mostrar como una monarca negra reinó en un Reino Unido reinventado y, principalmente, integrado racialmente.
La serie que tiene a la realeza británica como protagonista se remontó en el tiempo y exploró la historia de amor entre Carlota y el rey Jorge III. Según la sinopsis oficial de la plataforma de streaming de la N roja, trata sobre "cómo provocó un cambio social, creando el mundo heredado por los personajes de 'Bridgerton'".
La verdadera época de la Regencia (1811 a 1820) no tenía ni un ápice de la diversidad que muestran en la serie. De hecho, la esclavitud no se abolió en Inglaterra hasta 13 años después de su finalización, en 1833. En ese entonces, los negros estaban relegados al trabajo doméstico. Por ende, la historia contada por Netflix solo deja dudas.
La princesa Carlota nació en un pequeño ducado de Alemania bajo el seno de la familia real de Mecklemburgo-Strelitz. Su rol en la política alemana como princesa fue menor y solo se destacó por ser un partido adecuado para Jorge III, quien heredó el trono británico en 1760. Tras llegar a Londres, el 8 de septiembre de 1761, se casó con el mencionado monarca y se transformó en la reina Carlota.
A pesar de que ni siquiera hablaba inglés, no tardó en aprenderlo, adaptarse a la realeza británica y a su sociedad. Acerca de su color de piel, una nueva corriente de historiadores plantea desde 1997 que era negra, pero otros no tardaron en desmentirlos por lo que sería una falsedad de Netflix para fomentar la inclusión en la actualidad.