La reina Isabel II falleció hace algunos días y conmocionó al Reino Unido. El pasado miércoles, se realizó la procesión de los restos de la fallecida monarca hacia el Palacio de Westminster. El funeral de Estado y entierro de la reina se realizará el lunes en el marco de la amplia serie de protocolos dispuestos por la Operación London Bridge, el plan de la Corona británica tras el deceso.
No obstante, antes del entierro el ataúd de la reina Isabel II está situado en Westminster Hall para que su pueblo se despida de ella. Antes, pasó por la Catedral de St. Giles, en Edimburgo, Escocia, donde falleció. Se espera que los actos funerarios sean de los más grandes que Londres vivió en siglos y para ello dirán presente las joyas de la corona británica: desde las increíbles coronas que acompañan su féretro hasta las humildes alhajas con las que la Reina será enterrada.
La colección de joyas personales de la difunta está compuesta por unos 300 artículos: 98 broches, 46 collares, 34 pares de aros, 15 anillos, 14 relojes y cinco colgantes. De estas, algunas se irán a la tumba y el resto formarán parte de la herencia de la monarca. Aproximadamente, la colección completa ronda los u$s110 millones, aunque nunca fue oficializado el monto exacto.
Según el experto en la realeza Mok O'Keeffe, la Reina era una "mujer modesta" y será enterrada con unas pocas joyas sin mucha extravagancia, dejándole a sus sucesores el resto. Por otra parte, la jefa de comunicaciones del Natural Diamond Council, Lisa Levinson, indicó: "Su Majestad es una mujer increíblemente humilde de corazón que es poco probable que esté vestida con algo más que su simple anillo de bodas de oro galés para descansar y un par de aretes de perlas".
Por lo pronto, está estipulado que Kate Middleton, la nueva princesa de Gales, y su hija, la princesa Charlotte, reciban una buena parte de las joyas de la Corona británica. Por otra parte, las alhajas pasarán a manos del flamante rey Carlos III como marca la tradición. Su anillo de compromiso, realizado bajo la supervisión del Príncipe Felipe con un diamante de una tiara perteneciente a su madre, la Princesa Alicia de Battenberg, se estipula que lo heredará la Princesa Ana, única hija de Isabel II.
Tan solo esta individualidad entre las joyas tiene un valor de unos 230.000 euros por el diamante de tres quilates que porta, más las cinco piedras más pequeñas engastadas a los lados. Sin embargo, el hecho de que pertenezca a Isabel II lo hace prácticamente invaluable debido a su valor histórico.